Franz Schubert deslumbró con su música instrumental, pero sus Lieder, destacan por su versatilidad vocal. Los escribió de tal manera que la mayoría de ellos pueden adaptarse a cualquier tipo de tesitura de voz, desde las sopranos más ligeras hasta los bajos más profundos. La clave para interpretar las canciones de Schubert radica en evitar cualquier presunción o extravagancia vocal. Se requiere una técnica sólida de canto y un conocimiento muy ponderado de los propios recursos canoros siempre al servicio de la letra y la música. Además es fundamental que el cantante domine el idioma alemán y comprenda todas sus matizaciones fonéticas. Schubert musicalizó algunas de las mejores poesías, incluyendo obras de grandes poetas germanos como Goethe, Schiller o Heine, así como traducciones alemanas de Shakespeare y Walter Scott.

La Quinta Sinfonía en do menor, Op. 67 de Ludwig van Beethoven, también conocida como la “Sinfonía del Destino”, compuesta entre 1804 y 1808, es una de las obras más famosas e interpretadas de la música clásica occidental. Su distintivo motivo inicial de cuatro notas es reconocido mundialmente y aparece frecuentemente en la cultura popular. Estrenada en Viena en 1808, la sinfonía, con sus cuatro movimientos, alcanzó gran reputación poco después, siendo descrita por E.T.A Hoffmann como una obra trascendental. A pesar de una recepción inicial tibia, influyó profundamente en la creatividad de compositores posteriores y se convirtió en una pieza central del repertorio orquestal. Durante la Segunda Guerra Mundial, su famoso motivo se asoció con la “V de Victoria”.