Compuesto en solo tres semanas durante 1741, El Mesías de Georg Friedrich Händel surgió en un momento de crisis para el compositor. Tras fracasos operísticos y rumores de su posible partida de Inglaterra, su suerte cambió gracias a la colaboración de Charles Jennens, quien le proporcionó un libreto excepcional sutilmente entrelazado con textos bíblicos. Basado en las profecías sobre Cristo y lo que fue su vida, es un oratorio sacro y no dramático único en la trayectoria de Händel, con diferente tratamiento a sus habituales obras de este género con personajes y tramas del Antiguo Testamento.

El compositor busca en él justificar la identificación mesiánica de Jesús a través de una música que mantiene una progresión narrativa, una rica variedad coral y un uso impactante de las tonalidades y la orquestación, destacando por sus imponentes coros, especialmente el célebre Aleluya y sus emotivas arias para solistas como Every Valley y Rejoice Greatly. Fue estrenado con enorme éxito en Dublín el 13 de abril de 1742, siendo revisado por el autor posteriormente. Su consideración como obra maestra, estatus firmemente establecido antes de la muerte del compositor en 1758, lo llevó a menudo a ser interpretado más en teatros que en templos durante sus primeros años de existencia.