Finlandia, Opus 26 de Jean Sibelius es su obra más célebre: un poema sinfónico nacido en 1899 para inspirar el patriotismo finlandés contra la rusificación zarista del mencionado país escandinavo. Originalmente parte de una gala para la prensa que fue disfrazada como impromptu orquestal por la censura, para convertirse en un símbolo nacional finés. Sibelius la concibió como “la historia de esta lucha… nuestro himno de victoria”, reflejando en ella el nexo entre patriotismo e identidad personal. Influenciada por la obertura de Egmont de Beethoven, Finlandia evoca, sin narrativa lineal, la opresión y la liberación a través de acordes masivos y un desarrollo triunfal del yugo del imperio ruso.

El Concierto para trompeta en Mi bemol mayor, Hob.VIIe.1 de Joseph Haydn, compuesto en 1796, es una joya del repertorio. Creado para el virtuoso Anton Weidinger, quien inventó la trompeta de llaves, la obra propone pasajes cromáticos antes imposible de realizar. Esta innovación fascinó a Haydn, de 64 años, quien, aunque prefería obras corales en esa época, creó esta singular pieza. Weidinger la estrenó en 1800, pero la obra, de la que solo existía una copia manuscrita, no volvió a interpretarse hasta 1929, marcando un hito inicial en la evolución de la trompeta moderna.

Para gran parte del público, Edvard Grieg es conocido por dos obras: su Concierto para piano y orquesta y la Primera Suite Peer Gynt, Op. 46. Estrenada ésta en 1880, es un pilar del repertorio orquestal del compositor noruego. Sus cuatro partes son reconocibles al instante al mantener su vitalidad y frescura original. La inmensa popularidad de la primera suite llevó a la publicación en 1891 de la Segunda Suite de Peer Gynt, Op. 55. Aunque no alcanzó la misma fama que su predecesora, comparte su lisura y franqueza expresivas, consolidando el lugar de Grieg en el gran repertorio orquestal escandinavo al demostrar su maestría en capturar musicalmente el espíritu de la obra de Henrik Ibsen.