El Adagio en Mi mayor para violín y orquesta, K. 261, fue compuesto por Wolfgang Amadeus Mozart en 1776. Se cree que esta pieza fue un movimiento de reemplazo para el tiempo lento original de su Concierto para violín n.º 5 en La mayor. Mozart lo escribió específicamente para el violinista Antonio Brunetti, quien lo consideraba “demasiado artificial”

El Concierto para violín “A la memoria de un ángel” de Alban Berg, de 1935, es un tributo a Manon Gropius, la fallecida hija de Alma Mahler y el famoso arquitecto Walter Gropius, fundador del movimiento Bauhaus. En esta obra dodecafónica se fusionan toques tonales y románticos que la convierten en un ejemplo nuevo de inspiración musical. Fue un encargo del violinista Louis Krasner, quien inspiró a Berg a conectar con la tradición romántica. Las melodías dramáticas y emotivas de la pieza extraen el potencial diatónico del dodecafonismo, mostrando influencias de Brahms y Wagner. Berg falleció en 1935, y el concierto se estrenó póstumamente en Barcelona en 1936.

La Séptima Sinfonía en Re menor, Op. 70, de Antonín Dvořák, compuesta en 1884, se situa en la cúspide de las obras orquestales del autor. Tras cinco años sin acercarse a este género musical, Dvořák la escribió por encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres. La elección de la tonalidad remite a obras profundas de Mozart, Beethoven y Brahms. Su instrumentación sobria y la notable cohesión temática le otorgan una gran unidad. Además, guarda una fuerte afinidad con su Obertura Husita, destacando su profunda expresión artística.