Ficha de evento
Programa 02
Teatro Cervantes
Director:
Darrell Ang
Primera parte
ZHAO JIPING
Danza salvaje de las tierras altas (*)
TAN DUN
Crouching Tiger, Concierto para violonchelo y orquesta (*)
- Dragón al acecho
- A través del bosque de bambú
- Ruta de la Seda; encuentros
- Juramento eterno
- Hacia el sur
- Adiós
Violonchelo Jiapeng Nie
Segunda parte
JOHANNES BRAHMS
Segunda Sinfonía en Re mayor, Op. 73
- Allegro non troppo
- Adagio non troppo
- Allegretto grazioso (quasi andantino)
- Allegro con spirito
Violonchelo Jiapeng Nie
(*) Primera interpretación de la OFM
ENTRADAS
ARTISTAS
Darrel Ang
Director
Ficha del artista
Jiapeng Nie
Violonchelo
Ficha del artista
NOTAS AL PROGRAMA
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En 1996, por recomendación del compositor japonés de renombre internacional Tōru Takemitsu, Zhao Jiping fue invitado a asistir al segundo Festival Internacional de Música de Cine en Suiza; fue el único músico asiático invitado a ese evento. A partir de entonces, en el lapso de una década, Zhao había escrito unas cincuenta bandas sonoras para películas, más de veinte de las cuales habían ganado premios en festivales de cine en China y en el extranjero. Por lo tanto, se puede decir que Zhao llevó la música china al mundo y permitió que el mundo conociera China a través de su música. Los films para los que escribió las partituras también se habían convertido en obras de excelencia reconocidas internacionalmente, como Tierra amarilla, Sorgo rojo, La historia de Ju Dou, Levanta la linterna roja y Adiós, mi concubina. Su pequeña pieza orquestal Danza salvaje de las tierras altas es un sustancial ejemplo de su impregnación de la estilística pictórica de su padre, Zhao Wangyun, de la que, según piensa Zhao Jiping, su música es una continuidad estética en esta obra, mezclada con sonoridades de paisajes que van conformando su sentido como compositor que asume la misión de hacer obras a la altura de los tiempos, que le lleva a decir: “¿Qué debe haber en mi música? Debe ser un Gran Amor. Después de todo, el último deseo de la humanidad es la paz en la Tierra”.
Con el curioso título Concierto del tigre agazapado (para violonchelo y orquesta de cámara), Tan Dun, compositor chino nacionalizado estadounidense, escribió esta obra en el año 2000, siendo estrenada en el Barbican Festival de Londres el 29 de septiembre por la London Sinfonietta. Se deriva de la banda sonora que escribió para la película de artes marciales del admirado cineasta taiwanés Ang Lee titulada Crouching Tiger, Hidden Dragon. Su partitura incluía una parte destacada de violonchelo, realizada pensando en el famoso violonchelista Yo-Yo Ma, así como una variedad de instrumentos tradicionales chinos y una destacada batería de percusión que incluía un tambor norteafricano. Sus inquietantes compases coincidían tan eficazmente con la acción de la película que le llevaron a conseguir el Oscar 2001.
Johannes Brahms compuso su Segunda Sinfonía en el verano de 1877 confiado en sus habilidades como sinfonista menos preocupado por la influencia de Beethoven. Creó así una obra espontánea que fue bien recibida tanto por la crítica como por el público desde su estreno el 30 de diciembre de ese mismo año en la Wiener Musikverein por la Orquesta Filarmónica de Viena bajo la dirección de Hans Richter. En comparación con las obras de sus contemporáneos, esta pieza es conservadora tanto en orquestación como en estructura formal. Pero de ninguna manera es reaccionaria. Brahms revisó y amplió el modelo sinfónico del siglo XVIII, reemplazando en gran medida el contraste temático con transformaciones y variaciones, añadiendo una riqueza distintiva de armonía y ritmo. Hay unidad y variedad en esta sinfonía, en la que el autor acierta a combinar la luz y la oscuridad, lo lírico y lo contundente, lo extrovertido y lo introspectivo, al mismo tiempo que hace crecer la pieza orgánicamente a partir de sus primeras tres notas iniciales. Su economía compositiva es instintivamente percibida por el oído, lo que ayuda a que toda la obra sea inteligible sin tener por ello que dejar de disfrutar de la espontaneidad de su invención. Su orquestación es plena, rica e ingeniosa. Brahms hace del conjunto una voz unificada introduciendo todo su espectro tímbrico sin dar la sensación de excesiva instrumentación. En lugar de eso, crea una textura en constante cambio, extrayendo colores individuales de marcada melancolía, sentimiento en el que Brahms prefería situar su inspiración.
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