Ficha de evento
Programa 09
Teatro Cervantes
Director:
Alexander Merzyn
Primera parte
REYNALDO HAHN
Mozart, IRH 52. Obertura (*)
- Allegro animato
ÉDOUARD LALO
Concierto para violonchelo en Re menor
- Prélude. Lento – Allegro maestoso
- Intermezzo. Andantino con moto – Allegro presto
- Introduction. Andante – Allegro vivace
Violonchelo Nadège Rochat
Segunda parte
ROBERT SCHUMANN
Tercera Sinfonía en Mi bemol mayor, Op. 97 ‘Renana’
- Lebhaft (Animado)
- Scherzo. Sehr mässig (Muy moderado)
- Nicht schnell (No rápido)
- Feierlich (Solemne
- Lebhaft (Animado)
(*) Primera interpretación de la OFM
ENTRADAS
ARTISTAS
Alexander Merzyn
Director
Ficha del artista
Nadège Rochat
Violonchelo
Ficha del artista
NOTAS AL PROGRAMA
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Reynaldo Hahn fue un músico francés nacido en Caracas (Venezuela) de padre alemán y madre venezolana con ascendencia vasca que, desde muy pequeño, se afincó con su familia en Paris. Amante del famoso escritor Marcel Proust, frecuentaba los ambientes literarios de la capital francesa donde conoció al libretista Sacha Guitry. Ambos proyectaron colaborar en la comedia musical en tres actos que llevaría por título Mozart con sólo cuatro personajes. Dedicada al dramaturgo Francis Croisset fue estrenada en el Teatro Eduardo VII de París el 2 de diciembre de 1925 con la cantante de vodevil Yvonne Printemps como protagonista y el maestro Raoul Labis en el foso.
Compuesto entre 1876 y 1877, el Concierto para violonchelo y orquesta de Édouard Lalo es la obra más interesante de su catálogo después de su famosa Sinfonía española, siendo uno de los favoritos para los intérpretes que tocan este instrumento de cuerda. La ascendencia hispana de Lalo ha influido en los aires españoles que aparecen en los movimientos de esta obra. El primero, Allegro maestoso, está precedido por una Introducción seguida de un Lento en la que el violonchelista reflexiona sobre el próximo movimiento en estilo recitativo, si llegar a producirse una exposición orquestal tradicional. El cuerpo de este tiempo se construye alrededor de tres elementos: una melodía determinante ofrecida primero por el solista, un afirmativo tema de acompañamiento descendente y un segundo motivo magnífico por su dulzura durante el cual la idea inicial adquiere una nueva delicadeza. En el Intermezzo se alterna una música con otra más vivaz generándose un atractivo contraste. Después de una breve introducción, el último movimiento toma la forma de un robusto rondó con un brillante discurrir del violonchelo, que sobresale siempre entre la sonoridad orquestal. Fue estrenado en el Cirque d’Hiver de París en 1877 por el violonchelista belga Adolphe Fischer, su dedicatario.
La Tercera Sinfonía, “Renana” de Robert Schumann debe su sobrenombre a que fue escrita en el otoño de 1850 durante el tiempo que el compositor estuvo como director musical de Düsseldorf, importante ciudad de Renania, región sita a orillas del Rin. El compositor llegó a afirmar que la historia y el espíritu de ese imponente río y sus gentes pasaban por su mente mientras componía la obra. El heroico tema principal de la apertura, Lebhaft, está entrelazado con valoraciones métricas de tempos ternarios a binarios. Un segundo tema, en Sol menor, lo ofrecen el oboe y el clarinete antes de ser asumido por los violines, para continuar con un desarrollo muy semejante al primer movimiento de la Tercera Sinfonía de Brahms. Esta similitud se intensifica aún más durante la transición al segundo tema de la recapitulación. Schumann incorpora la jovial Rheinweinlied (Canción del vino del Rin) al Scherzo, que ocupa el segundo movimiento. La sólida base Do mayor se contrasta brevemente por el trío en La menor pese a la manera bastante obstinada de mantenerse la tonalidad de Do en el bajo. Quizás el aspecto más fascinante de esta sinfonía es la creación de un movimiento extra. Marcado como Feierlich, su idea original llevaba la inscripción “a modo de acompañamiento a una ceremonia solemne”. El Lebhaft final es un estallido como el del inicio de la obra, que en su desarrollo recuerda parte del tema principal del cuarto movimiento antes de sumergirse en un alegre último clímax en Mi bemol. La sinfonía tuvo cierto éxito en su estreno el 6 de febrero de 1851 en Düsseldorf bajo la dirección del compositor. Con el paso del tiempo, la Sinfonía “Renana” ha adquirido una gran consideración estética situándose como uno de los ejemplos más singulares y referenciales entre las obras orquestales más relevantes del romanticismo alemán.
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