Las criaturas de Prometeo es un ballet heroico y alegórico en dos actos que Beethoven compuso entre 1800 y 1801 sobre un argumento que le propuso el bailarín y coreógrafo italiano Salvatore Viganò, siendo estrenado en el Burgtheater de Viena el 28 de marzo del último año mencionado. A su introducción (Tempestad) y dieciséis números, añadió una obertura que es la pieza que se ha mantenido en el repertorio sinfónico de las salas de conciertos. Sigue la estructura de lento-rápido de otras oberturas como Egmont o Coriolano, con un tema principal que apunta cierta analogía con el de la Primera Sinfonía. Se inicia con unos solemnes acordes que son seguidos por una melodía a cargo de la madera. Unas vivas figuraciones de los violines inician el allegro posterior que sigue el canon de la forma sonata, para subsiguientemente aparecer un segundo tema imitativo en el viento-madera. Pese a su convencionalismo clásico, reafirma ya la enorme personalidad creativa del compositor.

Bruch compuso su Fantasía Escocesa, Op. 46 en 1880 para el gran violinista navarro Pablo Sarasate, quien se alzaba, después de Paganini, como uno de los violinistas más admirados del siglo XIX junto al austro-húngaro Joseph Joachim, que la estrenó en Liverpool en septiembre del año siguiente. Bruch admitió la influencia en ella de la obra literaria de Walter Scott. Comienza con una introducción lenta y solemne para metales y arpa, seguida por un recitativo para el solista sobre un suave sustento de la cuerda. Esto lleva directamente a un Adagio cantabile basado en la canción Auld Robin Morris. En el segundo movimiento los bajos imitan el sonido de la gaita, mientras que el violín añade todo tipo de agilidades después de introducir la melodía en dobles cuerdas. La alegría termina con un pasaje en el puente que conduce sin pausa al tercer movimiento; un conjunto de variaciones lujosamente sonoras en un tiempo más lento, Andante sostenuto, tomando el motivo popular I’m Down for Lack, para terminar el violín con un suspiro memorable. En el Allegro guerriero, el violín añade emoción tocando dos, tres e incluso cuatro cuerdas simultáneamente hasta una tierna repetición del primer movimiento.

Como en otras misas del catálogo de Mozart, la Misa de la Coronación tiene una estructura musical notable más allá de la forma ABA tradicional del Kyrie. El Gloria es igualmente ternario, mientras que el Credo es un rondó con un susurrado armónicamente aventurero y conmovedor Et incarnatus est en el centro. Aún más sorprendentes son las recurrencias temáticas en todas las partes; por ejemplo, la música del Kyrie en el Dona nobis pacem final y el tema del Credo en movimientos posteriores. Igualmente ocurre con el aria Agnus Dei de la soprano, que anticipa siete años la desesperada Dove sono de la condesa Almaviva en Las bodas de Fígaro. Fue terminada en Salzburgo el 23 de marzo de 1779 para los servicios eucarísticos de la Catedral de San Ruperto de dicha ciudad austriaca. Es de corta duración pese a contemplarse en ella todas las partes del Ordinario litúrgico del misal romano. Se estrenó el 4 de abril de 1779, siendo la primera representación documentada la que tuvo lugar en la coronación de Francisco II como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1792, de ahí su sobrenombre.