Ficha de evento
Programa 06
Teatro Cervantes
Director:
Cristóbal Soler
Primera parte
SERGÉI PROKÓFIEV
Tercer Concierto para piano y orquesta en Do mayor, Op. 26
- Andante. Allegro
- Tema con variazioni
- Allegro, ma non troppo
Piano Eva Gevorgyan
Segunda parte
DMITRI SHOSTAKÓVICH
Quinta Sinfonía en Re menor, Op. 47
- Moderato
- Allegretto
- Largo
- Allegro non troppo
ENTRADAS
ARTISTAS
Cristóbal Soler
Director
Ficha del artista
Eva Gevorgyan
Pianista
Ficha del artista
NOTAS AL PROGRAMA
Ver notas
Para su Tercer concierto para piano y orquesta en Do mayor, Op. 26, Prokófiev miró al pasado en busca de inspiración, incorporando material derivado de bocetos realizados entre los años 1911 y 1918. Lo terminó de componer durante unas vacaciones en Bretaña el año 1921, llegando a confirmar que “ya tenía todo el material temático que necesitaba excepto el tercer tema del final y el tema subordinado del primer movimiento”. Es quizás el ensayo más conocido de Prokófiev en este género, acercándose a Tchaikovsky y Rachmaninov en popularidad y frecuencia de interpretación. Su número de opus lo sitúa justo después de la Primera Sinfonía, “Clásica” de 1917 y, a su manera, es similar a esta obra en varios aspectos: ambas son muy expresivas, mordaces, con una orquestación brillante y una cierta transparencia de textura, ejemplos de un joven compositor dotado de considerable habilidad técnica.
Muestra gran parte de su expresividad con cambios repentinos de tonalidad y un muy estructurado cromatismo.La sofisticación y la bravura generalmente asociadas a la música de Prokófiev están siempre presentes, al igual que el humor que se encuentra en gran parte de sus obras orquestales. Cada movimiento tiene aproximadamente la misma duración e importancia temática, distribuyéndose su interés uniformemente a lo largo de todos ellos. La obra comienza con una vivaz primera parte, que incluye una marcha humorística subrayada por castañuelas, seguida de las cinco variaciones del segundo movimiento, y concluye con una grandiosa exhibición de coloridas armonías sustentada en una orquestación virtuosa y en ocasiones bastante percusiva. Dedicado al poeta simbolista ruso Konstantín Balmont, se estrenó el 16 de diciembre de 1921 por la Orquesta Sinfónica de Chicago dirigida por Frederick Stock y el autor al teclado.
La música de Dmitri Shostakóvich cautiva cada vez a más personas de todo el mundo alentando sus emociones más profundas. Casi como ningún otro, este compositor fue testigo de una época política traumática en la que supo mantener una expresión atemporal del sentimiento y una elevada experiencia existencial humana. A pesar de las acusaciones de formalismo dirigidas contra él en un artículo crítico publicado en el Pravda, su Quinta Sinfonía, escrita en 1937, obtuvo un éxito absoluto el 21 de noviembre del mismo año cuando fue estrenada por la Orquesta Filarmónica de Leningrado bajo la dirección de Yevgeny Mravinsky.
El Moderato comienza con un canon irregular en las cuerdas que forma la base motívica de todo el movimiento. El ambiente apasionado se ve interrumpido ocasionalmente por una melodía lírica con ostinato de cuerda. El segundo movimiento, Allegretto, es una danza grotesca de 3/4 que, por momentos, no puede evitar burlarse de sí misma, la sección de metales ocupa un lugar destacado en ella.
El Largo es una sincera y personal efusión de emoción musical que dejó llorando al público en el estreno. Sus ecos finales entre el arpa y la celesta llevan a serenar las emotivas tensiones precedentes. Si bien el estado de ánimo predominante es triunfante en el allegro final, hay cierta desviación hacia lo sombrío y premonitorio, y no es hasta su conclusión cuando adquiere abiertamente su irónica perfección formal por el que es tan admirado, rubricando el sentir del compositor cuando refiriéndose a la sinfonía dijo: “Vi al hombre con todas sus experiencias en el centro de la composición. Al final, los impulsos trágicamente tensos de los movimientos anteriores se resuelven en optimismo y alegría de vivir”.
Mostrar menos