Franz Joseph Haydn, conocido por ser el padre de la sinfonía y del cuarteto de cuerda clásicos, lo es menos por su creación lírico-dramática, género del que tiene una quincena de obras, y a cuyo catálogo pertenece su ópera jocosa en tres actos titulada Il mondo della luna. Compuesta en 1777 con motivo de la boda del conde Nikolaus Eszterházy (hijo) con la Condesa Anna Maria Weissenwolf, fue estrenada en el Palacio Eszterháza de Fertöd el 3 de agosto de ese mismo año. Está basada en un libreto que escribió Carlo Goldoni a principios de la sexta década del siglo XVIII, cuya historia tuvo mucho éxito, siendo objeto de atención de compositores como Baldassare Galuppi, para quien fue escrito originariamente, o Giovanni Paisiello. Perteneciente al estilo teatral de la commedia dell’arte y escenificada en un ambiente fantástico de ficción, narra las vicisitudes de un crédulo burgués aficionado a la astronomía (Buonafede) que es embaucado por un falso astrónomo (Ecclittico) y dos amigos más, enamorados de sus dos hijas y criada, que le hacen creer que ha sido transportado al mundo lunar para así provocar su consentimiento al matrimonio de las tres y de este modo obtener sus respectivas dotes. Su obertura que, por su calidad orquestal, fue reutilizada por el compositor en el primer movimiento de su Sinfonía nº 63 en Do mayor, Hob.1:63, presenta ya el lenguaje galante que se va a mantener a lo largo de toda la ópera.

Shostakóvich compuso su Concierto para violín y orquesta nº 1, Op. 77 entre 1947 y 1948, años en los que la censura era muy rígida en la URSS debido al famoso decreto de Andréi Zhdánov que obligaba a que toda creación artística tuviera que someterse a la normativa impuesta por el Partido Comunista de la Unión Soviética. El nocturno inicial anticipa los rasgos líricos y trágicos de la Décima Sinfonía, mientras que los tiempos pares, reflejan el gusto por el divertimento musical que se percibe en la Novena, si bien hay que decir que el segundo movimiento está tomado del tercer tiempo de la Décima. El tercero es un Passacaglia que ya experimentó en su Octava Sinfonía, escrita cuatro años antes, enlazado con el movimiento final por una extensa cadencia de esencial contrapunto. Fue estrenada por su dedicatario, David Oistrakh, y la Orquesta Filarmónica de Leningrado bajo la dirección de Yevgueni Mravinski el 29 de octubre de 1955 en San Petersburgo, una vez pasada la rigurosa censura del régimen stalinista.

La Sinfonía «Del Nuevo Mundo» de Dvořák es la composición por antonomasia de este músico checo. Fue escrita en Nueva York entre enero y mayo de 1893. El compositor se sintió atraído y fascinado por la tradicional Canción de Hiawatha, cuyos versos pertenecían a un poema épico de Henry Wadsworth Longfellow. Desde la brevedad de sus temas con grupos de no más de cuatro a ocho notas, Dvorák alcanza una fuerza de gran intensidad expresiva. También hay que resaltar el color pentatónico que desprenden sus melodías, así como la interrelación de los movimientos por medio de un motivo sustentado en unos acordes que cíclicamente se repiten desde que aparece en el Adagio inicial. Nada mejor que las propias palabras de Dvořák para entender lo que pretendía en esta obra: «En realidad no he utilizado ninguna de las melodías de los nativos americanos. Yo sólo he escrito los temas, amoldándolos a las particularidades de la música de los negros o de los pieles rojas y, sirviéndome de estos temas como sujeto, los he desarrollado por medio de los recursos del ritmo, de la armonía, del contrapunto y de los colores de la orquesta moderna». Fue estrenada en el Carnegie Hall de Nueva York el 16 de diciembre del mismo año de su composición por la orquesta de dicha ciudad bajo la dirección de su titular, Anton Seidl, que hizo una lectura que impactó al público desde el primer compás.