Ficha de evento
Programa 14
Teatro Cervantes
Director:
Ewa Strusińska
Primera parte
DMITRI SHOSTAKOVICH
Segundo Concierto para violonchelo y orquesta en Sol menor, Op.126
- Largo
- Allegretto
- Allegretto
Violonchelo: Julian Steckel
Segunda parte
LUDWIG VAN BEETHOVEN
Quinta Sinfonía en Do menor, Op.67
- Allegro con brio
- Andante con moto
- Scherzo. Allegro. Trio
- Allegro
ENTRADAS
ARTISTAS
Ewa Strusińska
Directora
Ficha del artista
Julian Steckel
Violonchelo
Ficha del artista
NOTAS AL PROGRAMA
Ver notas
Dmitri Shostakovich escribió su Concierto para violonchelo n.° 2, Op. 126, entre finales de abril y principios de mayo de 1966, durante una estancia en el Balneario de Oreanda de Yalta (Crimea). La obra fue dedicada a Mstislav Rostropovich, quien lo estrenó en el Gran Salón del Conservatorio de Moscú bajo la batuta de Yevgeny Svetlanov, el 25 de septiembre de ese mismo año, en un concierto para celebrar el sexagésimo cumpleaños del compositor. Mravinsky, uno de los directores favoritos del músico, se había negado a dirigir la obra, ya que había surgido un distanciamiento entre ellos, tras su negativa a estrenar su trágica Sinfonía «Babi Yar», sobre poemas de Yevgeny Yevtushenko.
El solista abre el primer movimiento con una melodía sombría, a la que acompañan las cuerdas graves. A partir de ahí se desarrolla la línea musical, permitiendo al violonchelo un estado de ánimo de meditación melancólica, antes de la introducción de nuevo material, como contraste, con un carácter más vivo, asistido por el xilófono. Se alcanza un clímax dramático, con el bombo interrumpiendo al violonchelo solista en su breve cadencia. El tema de apertura regresa, abriendo el camino a una conclusión de silenciosa tristeza. El solista presenta el siguiente Allegretto, con un tema rítmico de característica definición, basado en una canción callejera de Odessa, Bubliki, kupitye, bubliki. El último movimiento comienza con fanfarrias que son repetidas por el violonchelo en un pasaje sin acompañamiento. Este primer episodio termina con una cadencia relativamente convencional, introduciendo un pasaje de lirismo, suavemente melodioso, sin perder nada de su tono sombrío subyacente. Las fanfarrias introducen una marcha ominosa, rápidamente abandonada, y el movimiento continúa su curso caprichoso, con la misma cadencia utilizada para restaurar, aunque sea brevemente, un estado de ánimo más lírico. La orquesta se embarca en una danza salvaje, acompañada por el violonchelo con el motivo de la fanfarria. Vuelve la tierna sección lírica con reminiscencias del primer movimiento. El concierto termina con una nota final sostenida del solista, acompañada por la percusión. La obra funciona con la siguiente orquestación: un flautín, una flauta, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, contrafagot, dos trompas, timbales, tom-tom, pandereta, caja, gran caja, xilófono, dos arpas y sección de cuerda.
Poco se puede decir después de sus doscientos cuatro años de existencia de la considerada como la Quinta Sinfonía por antonomasia. No ha existido una obra que haya disfrutado más de tan grande y perdurable popularidad como esta universal creación de Beethoven. Es conocida en todo el mundo, aunque sólo sea por la tensión de su inicio, que según palabras del autor representa los sonidos de “cómo el destino llama a la puerta”. Cuatro notas que determinan una inmediata identificación de la compleja personalidad humana y artística de este singular genio. No se puede dudar que esta sinfonía es el resultado de una pasión interior, producto de una crisis existencial casi constante en la vida del músico. Es sabido cómo sus angustias, desesperaciones y alegrías quedaban durante largo tiempo ocultas esperando el momento de eclosión. Difícilmente se puede averiguar qué sentimiento le llevó a componer esta obra que, claramente, es expresión de sus torrentes psicológicos que, con un constante ritmo anhelante se persiguen unos a otros desde el principio y hasta el final de su heroico discurso. Schumann, poseedor de certero y afilado juicio crítico, expresó su admiración con las siguientes palabras: “Por mucho que la escuchemos, la Quinta ejerce sobre todos, y en todas la edades, una fascinación impresionante; como esos fenómenos de la naturaleza que, por frecuentes que sean, nos llenan cada vez de sorpresa y pasmo”.
Mostrar menos