Ficha de evento
Programa 12
Teatro Cervantes
Director:
Chuhei Iwasaki
Primera parte
CAMILLE SAINT-SAËNS
Segundo Concierto para piano y orquesta en Sol menor, Op.22
- Andante sostenuto
- Allegro scherzando
- Presto
Piano: Raúl da Costa
Segunda parte
JOSEF SUK
Segunda Sinfonía en Do menor, Op.27 ‘Asraël’ (*)
- Andante sostenuto
- Andante
- Vivace
- Adagio
- Adagio e maestoso. Più animato e molto appassionato. Molto largamente. Molto animato. Largo misterioso. Allegro appassionato
(*) Primera interpretación de la OFM
ENTRADAS
ARTISTAS
Chuhei Iwasaki
Director
Ficha del artista
Raúl da Costa
Pianista
Ficha del artista
NOTAS AL PROGRAMA
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En sólo diecisiete días compuso Camille Saint-Saëns su Segundo Concierto para piano y orquesta, Op.22 durante la primavera de 1868. Estructurado en tres movimientos, abre el primero con un amplio pasaje en homenaje a Bach que, a modo de candenza, el compositor francés tomó prestado de un tema desechado por Gabriel Fauré, previo experimento en el órgano, instrumento del que éste era un consumado virtuoso. Su carácter elegíaco contrasta con el scherzante movimiento central que recuerda, según el gran pianista Alfred Cortot, la fluidez estilística de Mendelssohn desde su rebrinque rítmico traviesamente acentuado en su conclusión por los solos de los timbales, que el solista imita en la mano izquierda. Un bullicioso ritmo de tarantela anima el Presto final, que exige un enorme mecanismo, especialmente en el obsesionante trino de su segundo tema, mientras la madera entona una melodía coral de bello contraste, para terminar con una coda que condensa el precipitado discurso de este movimiento. Fue estrenado con poco éxito en mayo del año indicado en la Sala Pleyel de París con Saint-Saëns al piano bajo la dirección de Anton Rubinstein, teniendo como testigo de excepción a Franz Liszt que, complacido, aventuró mejor futuro para la obra.
La Segunda Sinfonía en Do menor, Op. 27 del compositor checo Josef Suk se considera generalmente como su obra maestra, dotada de una densidad “mahleriana” y una diversidad armónica “straussiana”. La obra se subtitula Asraël en referencia al ángel encargado de asistir al alma en su separación del cuerpo cuando sucede la muerte. Su composición fue motivada por dos eventos trágicos en la vida del músico: el fallecimiento en 1904 de su mentor y suegro, el gran compositor Antonín Dvořák, y la posterior muerte solo catorce meses después de su esposa Otylka. Suk había comenzado a componer la pieza en memoria de Dvořák cuando ésta falleció mientras estaba completando el cuarto movimiento. Esto le llevó a una alteración en su concepción de la obra (en particular, la adición de un quinto movimiento) ya que ahora era una creación dedicada a las dos personas más importantes de su vida. La sinfonía se completó durante el verano de 1906 y se estrenó en Praga el 3 de febrero del año siguiente bajo la dirección de Karel Kovařovic. Hasta esta sinfonía el estilo de Suk había sido notable por su graciosa fluidez y ligereza de espíritu. Después de Asraël, fue adquiriendo gradualmente seriedad a la vez que complejidad estructural.
Esta sinfonía fúnebre, que se divide en dos secciones, una inicial con los tres primeros movimientos y una segunda con los dos adagios finales, contiene toda una efusión apasionada de sentimientos elegíacos. En el primer movimiento, Andante sostenuto, contrastan dos temas que representan, por un lado, el destino y la muerte y, por otro, la felicidad en la vida. El segundo, Andante, es una marcha fúnebre. El tercero contiene un scherzo que contrasta la danza de la muerte y vigorosas reminiscencias de la vida. Se dice que el cuarto movimiento, un trágico Adagio, es un retrato de Otylka. El muy desarrollado Adagio final comienza con un humor severo, pero gradualmente ofrece esperanza, culminando en paz y dicha. Con una amplísima plantilla instrumental, integrada por pícolo, dos flautas, dos oboes más corno inglés, dos clarinetes más clarinete bajo, dos fagotes, contrafagot, cinco (o seis) trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, timbales, triángulo, platillos, gran caja, arpa y completa sección de cuerda, es destacable que Suk transmitiera en esta obra una gama completa de emociones que van desde una expresividad estrictamente instrumental de dolor profundo hasta evocaciones del amor perdido, como también la aceptación estoica de la muerte, asumiendo con gran distinción estilística los patrones del romanticismo sinfónico tardío.
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