Ficha de evento
Programa 12
Teatro Cervantes
Director:
Manuel Hernández Silva
Primera parte:
ROBERT SCHUMANN (1810 -1856)
Genoveva, Op. 81 – Obertura
JOHANNES BRAHMS (1833 – 1897)
Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 77
- Allegro non troppo
- Adagio
- Allegro giocoso, ma non troppo vivace
Violín
Ana María Valderrama
Segunda parte:
JOHANNES BRAHMS
Segunda Sinfonía en Re mayor, Op. 73
- Allegro non troppo
- Adagio non troppo
- Allegretto grazioso (quasi andantino)
- Allegro con spirito
ENTRADAS
ARTISTAS
Ana María Valderrama
Violín
Ficha del artista
Manuel Hernández Silva
Director
Ficha del artista
NOTAS AL PROGRAMA
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Escrita en la primavera de 1847, la obertura Genoveva fue terminada antes de la ópera alemana en cuatro actos del mismo nombre, que tuvo una relativa aceptación en su estreno el 25 de junio de 1850 en el Stadtteather de Leipzig. Basada en una obra de los dramaturgos Tieck y Hebbel, trata de una heroína alsaciana del siglo VIII que, como esposa fiel, es falsamente acusada y repudiada por un hostigador pretendiente que fue rechazado por ella. Desde su lento y recitado inicio, esta pieza adquiere un aire allegro en forma de sonata con una exposición a modo de lamento seguida de un motivo lírico introducido por las trompas, que vuelven a intervenir después de un claro desarrollo dramático para dinamizar una acelerada coda rematada con amplios acordes del metal.
Escrito para una platilla orquestal de sección viento-madera a dos, cuatro trompas, dos trompetas, timbales y completa sección de cuerda, el Concierto para violín, Op. 77 de Johannes Brahms fue terminado en el verano de 1878 durante la estancia del músico en la localidad carintia de Pörtschach, siendo dedicado a su amigo y gran violinista húngaro Joseph Joachim, al que pidió consejos para su composición y quien lo estrenó en Leipzig el primer día del año siguiente con la Orquesta de la Gewandhaus bajo la dirección del compositor. Después de la presentación orquestal, interviene el solista seguido de un segundo tema que dará lugar a otros muy adecuados para el violín antes de la cadenza de autoría íntegra de Joachim. El segundo movimiento tiene un acentuado sentido lírico que se alterna entre ambos elementos concertantes, hasta llegar al tiempo final de marcado estilo húngaro en forma de variado rondó con motivos intermedios, que contrastan con el enérgico tema principal en un discurso que lleva a la conclusión de la obra con una creciente y constante emoción.
Brahms no respondió a los consejos de su amigo Robert Schumann para que se acercara a la forma sinfónica hasta pasada la cuarentena, sin reparar en la corriente de pensamiento más en auge en Europa durante las décadas de los setenta y ochenta del siglo XIX como fue la música de programa. Este empeño fructificó en cuatro sinfonías. Él prefiere en ellas una calculada grandeza y elocuencia y, siguiendo el ejemplo de Beethoven, trabajar sus temas y desarrollos con relativa exaltación expresiva que solamente en ocasiones se transforma en una emotividad apasionada. Su Segunda Sinfonía, Op. 73 la compuso durante el verano de 1877 en el balneario de Pörtschach am Wörthersee, siendo estrenada por la Filarmónica de Viena el 30 de diciembre del mismo año bajo la dirección de Hans Richter. Sin entrar en el detalle de cada uno de sus movimientos, se puede afirmar de su conjunto que es una obra que tiene más un marcado carácter campestre que un formalismo vienés. La impronta plástica de las montañas y el lago de la localidad donde la escribió parecen darle un sesgo que la asemejan en intenciones a la Sinfonía «Pastoral» de Beethoven, la aproximan por su luminosidad a las texturas tímbricas de Mozart y la identifican con la estructura sinfónica del último Schubert. La opinión del autor queda reflejada en las siguientes palabras escritas en una carta al famoso crítico y musicólogo Eduard Hanslick: «Cuando escuche la sinfonía, la encontrará tan alegre y amable qué pensará que la he escrito a propósito para usted, ¡o mejor aún para su joven esposa!»
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