Ficha de evento
Programa 01
Teatro Cervantes
Director:
José María Moreno
Primera parte:
MAURICE RAVEL (1875 – 1937)
Concierto para piano y orquesta en Sol mayor
- Allegramente
- Adagio assai
- Presto
Piano:
Juan Pérez Floristán
Segunda parte:
HÉCTOR BERLIOZ (1803 – 1869)
Sinfonía fantástica en Do mayor, H. 48 (Op. 14a), «Episodio de la vida de un artista» *
- Ensueños-Pasiones (Largo-Allegro agitato e appassionato assai-Religiosamente)
- Un baile (Valse-Allegro non troppo)
- Escena en los campos (Adagio)
- Marcha al suplicio (Allegretto non troppo)
- Sueño de una noche de aquelarre (Larghetto-Allegro)
* Primera sinfonía que interpretó la entonces Orquesta Ciudad de Málaga en su concierto de presentación el 14 de Febrero de 1991.
ENTRADAS
ARTISTAS
Juan Pérez Floristán
Piano
Ficha del artista
José María Moreno
Director Titular y Artístico
Ficha del artista
NOTAS AL PROGRAMA
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Maurice Ravel terminó la composición de su Concierto en Sol en el otoño de 1931, siendo estrenado el 14 de enero 1932 en la Sala Pleyel de París con Marguerite Long al piano y el autor dirigiendo a la Orquesta Lamoureux. Inspirado en las diáfanas ideas formales de Mozart y pasado por el rico tamiz técnico de Saint-Saëns, tiene un estilizado nocturno central que recuerda las mejores esencias de su maestro Gabriel Fauré. Sin duda es una de sus obras maestras, tanto por la escritura pianística y la desenfrenada orquestación como por la tensión dramática surgida del contraste producido entre el contenido poético de su Adagio assai central y la audaz fogosidad de los movimientos extremos. Su límpida melodía y su estática armonía convierten a este tiempo lento en una creación de sin igual nostalgia en la música del siglo XX.
Con el subtítulo «Episodio de la vida de un artista», la Sinfonía Fantástica de Héctor Berlioz constituye un ejemplo paradigmático de música psicológica a la vez que descriptiva. El compositor lleva a sus pentagramas las emociones que le produjo el talento dramático de la que llegaría a ser su esposa, la actriz irlandesa Harriet Smithson interpretando el shakesperiano personaje de Ofelia de la tragedia Hamlet. En tal sentido, publicó en la prensa un programa de los cinco movimientos que la integran unos días antes de su estreno, que tuvo lugar en el Conservatorio de París el 5 de diciembre de 1830 bajo la dirección de François Habeneck y que en sus intenciones exponía: “El programa siguiente ha de considerarse como el texto hablado de una ópera, sirviendo para conducir los fragmentos de música cuyo carácter y expresión motiva”.
En el primer tiempo, Rêveries. Passions, el autor imagina que un joven músico, afectado por un incontenible deseo amoroso, encuentra una mujer que reúne todos los encantos que encierran sus ideales, enamorándose perdidamente de ella. Surge así un motivo musical fijo que va a sucederse lo largo de su discurso. El segundo, titulado Un bal, recoge cómo el artista se ve turbado siempre por la presencia de la amada sean cuales fueren las circunstancias en que se encuentre, en este caso en el alboroto de una fiesta. Es un vals realizado en un aire alegre que hace las funciones de un scherzo dentro del esquema global de la sinfonía. El adagio en el que está compuesta la Scène aux champs encierra la controversia de reflejar el placer que supone la contemplación de bellos paisajes junto a oscuros pensamientos de inseguridad y miedo ante el amor no correspondido. El cuarto movimiento, Marche au supplice, con enardecido furor sonoro, es el más alucinante de la obra. El protagonista se envenena al ser rechazado su amor con una dosis que no llega a producirle la muerte pero que le transporta a una horrible enajenación. Sueña que ha matado a su amada, que es condenado por ello y llevado al patíbulo, presenciando él mismo su ejecución en la guillotina. Finalmente, un diabólico desenfreno se apodera del último tiempo, Songe d’une nuit de Sabbat, en el que el artista se ve en su propio funeral rodeado de brujas y figuras monstruosas que gruñen y emiten grotescos gritos a modo de diabólicas invocaciones.
Con una extensa plantilla orquestal integrada por pícolo, flauta, oboe, corno inglés, clarinete, requinto, cuatro fagotes, cuatro trompas, dos cornetas de pistones, dos trompetas, tres trombones, dos tubas bajas, dos arpas, amplia percusión y completa sección de cuerda, la Sinfonía Fantástica posee una gran trascendencia estética musical. Como llegó a considerar el gran compositor y organista belga César Franck, es una pieza fundamental entre la «producción de obras maestras” de gran influencia para el devenir del arte de la instrumentación y para la evolución del sinfonismo.
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